Requerimos Crecimiento Espiritual

AMAR CON AMOR DIVINO

AMAR CON AMOR DIVINO

Como personas integrales, estamos llamados por Dios a CRECER en gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres  a semejanza de Jesús. 

Estamos llamados desde nuestra dignidad de personas a ejercer nuestro SEÑORÍO, a ser capaces de decir sí cuando hay que decir sí, y no cuando hay que decir no;  todo lo demás no viene de Dios.  

Este saber DIFERENCIARNOS también es MADUREZ ESPIRITUAL e implica crecimiento en la Fe, la Esperanza y el Amor: no todo el que diga Señor, Señor entrará en el Reino de los Cielos.

¿Y por qué se nos pide esta actitud de respuesta? porque hemos sido creados LIBRES; pero con la libertad de los hijos e hijas de Dios. Cosa muy diferente es el libertinaje de los hijos de la carne; que más que libertad nos hace quedar esclavos de nuestras propias pasiones, apetitos y desenfrenos. ¿Habrá algo en el mundo tan despótico como son estas esclavitudes de la carne?

La libertad también nos lleva a procurar alcanza esa promesa que Dios nos ofrece; y que como tal requiere de nuestra COOPERACIÓN: “Yo he venido a darles vida y vida en abundancia.”

Señorear nuestras vidas no es fácil.  Mucho menos en tiempos donde el mundo, el demonio y la carne parecen arrastrar a miles de personas, mejores que nosotros, por medio de sus seducciones y caminos fáciles y apetitosos. Es a este nivel, donde las almas que aún se identifican con lo carnal y mundano pueden ser confundidas, engañadas y/o arrastradas; por ello, requerimos crecimiento espiritual, madurez en la fe y convicción en el amor.

Solo si hemos crecido, con el Auxilio Divino y la Vida de Oración;  ya nuestros gustos y  deseos serán más por lo espiritual, lo puro, lo santo, lo eterno… sin por ello creer que estamos preservados de caer, retroceder o enfriarnos.  En la madurez espiritual se palpa como gozo verdadero el Amor a Dios y en ÉL a nosotros mismos y al prójimo.  Qué bien se descubre que hay más gozo en glorificar a Dios, en disfrutar de Su Amor Divino, en degustar las cosas según su Sabiduría, y en templarse en el orden de lo que siembra esa PAZ que el mundo no da.

Por ello, nuestro camino requiere formación en la fe, madurez sicológica, afectiva y emocional, sanación interior, decisión, coherencia de vida, principios y valores auténticos; que nos permitan estar en el mundo sin ser del mundo, y amar a Dios con toda el alma, con todas las fuerzas, con todo el ser y al prójimo como a nosotros mismos.

Son tiempos para decidir si estoy con Dios, si deseo serle fiel o negar mis valores y convicciones más arraigadas.  Son tiempos para velar  y orar para no caer en tentación, para descubrir que donde abunda el pecado sobreabunda la gracia. Son tiempos para descubrir que el mayor don es haber conocido a Dios y haberle seguido por AMOR como su discípulo(a).

Por ello, día a día tomemos la actitud, no de los fríos ni de los tibios; si no más bien, de los que están llamados por el Espíritu Santo a arder como llamas de Amor Vivas en estos tiempos. Consagrémonos al Corazón de Jesús y al Inmaculado Corazón de María, y acrecentemos nuestra vida en torno a la Eucaristía.